¿Qué es RCCE?

En términos más simples, la comunicación de riesgos y la participación comunitaria (RCCE, por sus siglas en inglés) implica involucrar a las comunidades para que la comunicación sobre brotes sea lo más eficaz posible. La RCCE utiliza métodos de ciencias sociales, comunicación bidireccional, control de rumores y participación para ayudar a las comunidades a mitigar los brotes y reducir su impacto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce a la RCCE como un pilar clave de respuesta a las emergencias de salud pública.

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Cuando surgen nuevas epidemias o pandemiasLas personas necesitan información inmediata, práctica y precisa sobre la enfermedad, la prevención de infecciones y el control de brotes. Los mensajes de salud pública que ofrecemos a menudo piden a las personas que cambien su comportamiento o adopten nuevas normas, lo que puede resultar difícil de hacer o contrario a ciertas creencias que tienen. La desconfianza en los gobiernos y los sistemas de salud, la baja percepción de riesgo, la difusión de rumores y desinformación y el estigma de ciertas personas y grupos también son barreras comunes para las respuestas eficaces a los brotes.

Por ejemplo, durante el brote de ébola en África occidental, las prácticas funerarias biomédicas que no respetaban creencias y rituales culturalmente importantes llevaron a los miembros de la comunidad afectada a realizar entierros en secreto, lo que aumentó la transmisión comunitaria. La comunicación y el compromiso bidireccionales efectivos con las comunidades generaron prácticas funerarias social y culturalmente aceptables, seguras y dignas que más familias apoyaron, lo que contribuyó a reducir la transmisión.

La promesa de RCCE es comunicarse e interactuar con las comunidades en sus términos.  para ayudarles a proteger a sus familias y vecinos y detener la expansión del brote y los impactos en los medios de vida y el bienestar.

RCCE coloca a las comunidades en el centro de la respuesta.

Contextos humanitarios exigen una RCCE eficaz porque a menudo presentan desafíos complejos que complican el cumplimiento de las medidas de salud pública. Por ello, escuchamos sistemáticamente a las comunidades sobre sus realidades vividas y sus percepciones del brote y la respuesta. Una RCCE eficaz rastrea e integra datos epidemiológicos (como la gravedad y transmisibilidad de la enfermedad, la ubicación de los brotes, las poblaciones en riesgo y su paradero) con Datos de las ciencias sociales y de la escucha social que apuntan a los impulsores del comportamiento relacionado con el brote.

Estos datos brindan información sobre conocimientos, actitudes, creencias, normas y percepciones, incluidas las percepciones de riesgo (por ejemplo, la probabilidad percibida de infectarse o de que un miembro de la familia se infecte) y la autoeficacia (confianza en la propia capacidad para tomar medidas para mantenerse a salvo y creencia de que esas acciones funcionarán). Los rumores y los datos de retroalimentación de la comunidad revelan además las necesidades y percepciones de las personas en relación con el brote y la respuesta. 

Equipadas con esta información, las ONG y las comunidades pueden planificar intervenciones de comunicación y respuesta adaptadas a las poblaciones afectadas específicas para aumentar la aceptación. Se moviliza a los promotores comunitarios y a las personas influyentes de confianza (como los líderes comunitarios, los trabajadores de la salud comunitarios y los líderes religiosos, entre otros) para que participen en conversaciones bidireccionales con otros miembros de la comunidad y desarrollen Soluciones lideradas por la comunidad que controlan el brote y contribuyen a la resiliencia de la comunidad. Cuando las comunidades participan en la toma de decisiones, se aprovechan las capacidades comunitarias y se adaptan a su contexto local y se genera confianza en la respuesta, es más probable que los mensajes sean eficaces y podemos facilitar la capacidad de satisfacer necesidades complejas y amplias para salvar vidas.